La poesía arraigada (años 40) pertenece a un grupo de poetas que se fijaron más en la perfección del verso y en la expresión de la belleza que en pintar la triste situación del momento. En sus versos, acudieron a los sentimientos religiosos o a temas tradicionales como el paisaje, el amor y la expresión de la belleza, ofreciendo una visión serena, optimista y confiada del mundo. A este grupo pertenecen los siguientes poetas: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe de Vivanco, Dionisio Ridruejo, se agrupan en torno a las revistas Escorial (1940) y Garcilaso, fundada en 1943 por José García Nieto. El poemario La casa encendida de Luis Rosales es una de las obras fundamentales de este periodo.
Para que entendáis mejor las características de esta etapa, os dejo un poema de Leopoldo Panero.
Para que entendáis mejor las características de esta etapa, os dejo un poema de Leopoldo Panero.
Las manos ciegas
Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia se apoya, que le nutre,
y le enflora y verdea.
Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin Tu amor, sin Ti vacío,
en la noche Te busca,
le siento que Te busca, como un ciego,
que extiende al caminar las manos llenas
de anchura y de alegría.
LEOPOLDO PANERO
Esta es la revista Garcilaso, en ella se reunía a una serie de autores (Juventud Creadora), que se juntaba en la tertulia del Café Gijón en Madrid. Los temas recurrentes son el amor, la muerte, Dios y la patria. Los autores que más destacaron fueron Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo.
Y para acabar esta entrada, os dejo un poema de Dionisio Ridruejo.
MEMORIA
Y resbaló el amor estremecido
por las mudas orillas de tu ausencia.
La noche se hizo cuerpo de tu esencia
y el campo abierto se plegó vencido.
por las mudas orillas de tu ausencia.
La noche se hizo cuerpo de tu esencia
y el campo abierto se plegó vencido.
Un ayer de tus labios en mi oído,
una huella sonora, una cadencia,
hizo flor de latidos tu presencia
en el último borde del olvido.
una huella sonora, una cadencia,
hizo flor de latidos tu presencia
en el último borde del olvido.
Viniste sobre un aire de amapolas.
Como suspiros estallando rojos,
bajo el ardor de las estrellas plenas,
Como suspiros estallando rojos,
bajo el ardor de las estrellas plenas,
los labios avanzaron como olas.
Y sumiso en el sueño de tus ojos
murió el dolor en las floridas venas.
Y sumiso en el sueño de tus ojos
murió el dolor en las floridas venas.
Dionisio Ridruejo
Tahra María Martínez